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olofi

Este es el creador del universo, él fue el que repartió a cada santo, a cada Orisha, los dominios que cada uno de ellos tendría sobre los elementos y las fuerzas que a partir de ese momento comenzarían a ejercer sus propios influjos sobre los hombres, las plantas, las aguas y los animales que poblarían la tierra. Olofi es la paz, la tranquilidad. El pensó que al hacer de Obatalá Ayaggunna, el dios de las pendencias, este orisha traería tanta guerra y derramaría tanta sangre como lo ha hecho, con este placer tan morboso y cruel con el que él mira contempla los cadáveres, las catástrofes que va dejando a su paso el mundo. Olofi trató de persuadir a Ayaguna para que no guerreara tanto, pero éste con sabiduría e inteligencia de paladín y estratega guerrero hizo ver a Olofi que si no había guerra el mundo (que este había creado) no evolucionaría, y, en vez de progresar todo se destruiría; por eso Ayagguna incita a la avaricia y a la ambición, para que el tiene poco quería tener más, a costa de lo que sea y cueste lo que cueste, hasta ver como los pueblos enteros se destruyen. Fue tanta la elocuencia que Ayagguna puso en sus palabras que Olofi no tuvo por menos que decirle que estaba bien que tuviera al mundo así hasta que él se cansara de la guerra, le diera la espalda y se tumbara a dormir un largo sueño. Siempre que se hace algo en la Regla de Oshá, se le pide permiso a Olofi. Este Dios supremo no come, ni bebe, ni usa collares ni tiene collares, ni yerbas, ni cantos, ni rezos, porque lo es todo, en el sentido infinito de la palabra: Olofi (Dios).

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